Lo que la isla te da, la isla te lo quita
Tenemos la equivocada costumbre de dar más valor a las cosas foráneas que a las propias, y ello vale, sin duda alguna, para los viajes. En este aspecto, equiparamos muchas veces viajes lejanos con los mejores destinos y esa ecuación no es siempre correcta. Existen los paraísos cercanos, e incluso inmediatos, en cuanto a distancia geográfica se refiere. En estas líneas voy a referirme a un paraíso que los alicantinos tenemos a tiro de piedra: la isla de Tabarca, denominada con propiedad, Nueva Tabarca o Isla Plana.
Todavía me encuentro a paisanos que confiesan el pecado de no haber ido nunca, aunque todo sea dicho, cada vez son los menos. Desde luego la Tabarca que yo visito y gozo no es la de la imagen de hordas de turistas bajándose de los barcos que van desde Alicante o Santa Pola bajo un sol de justicia portando bañador, sombrilla y túper; la Tabarca que suelo visitar tiene un ritmo lento, una cadencia que gira en torno al mar que te atrapa desde el primer momento, máxime si tienes la intención de pernoctar o quedarte unos días.
Resulta muy placentero madrugar e irte a circundar la isla dando un paseo rematándolo con un baño; o también, coger unas gafas de bucear y un tubo, y darte un garbeo submarino sin mucha dificultad, lo cual es una experiencia que recomiendo porque al tratarse la isla de una reserva marina (la primera que hubo en España) la fauna está regenerada y es muy bonito bucear tan cerca de la costa entre multitud de peces; en especial, recuerdo las bandadas de salpas comiendo en los algueros, distinguiéndose desde lejos en los días luminosos cuando los rayos de sol traspasan el agua y crean destellos en los cuerpos de los peces.
Después de darnos un baño (o varios) llega la hora del aperitivo, y toca seguir sufriendo cuando vamos a la búsqueda de la cerveza, vermú o paloma que sacie la sed ante las arduas tareas que hemos desempeñado, y cuando nos encaminamos al restaurante alcanzamos uno de los momentos clave del día, que no es otro que el de la comida o almuerzo. Con la gran tradición marinera de la isla el plato estrella es el caldero, especialidad tabarquina por encima de todo, elaborado con pescados de gran sabor, gallina y lechola fundamentalmente, y otros de roca y bahía para apoyar, siendo servido inicialmente éste acompañado con patatas hervidas con el caldo del pescado, y después el arroz cocido con el caldo restante; pero ello no quiere decir que las fideuás, los arroces abanda, negros o del señoret se queden atrás.
Mi restaurante favorito en Tabarca es Gloria, pero el del pueblo, el de la playa se lo dejo a los visitantes ocasionales, aunque hay que reconocer que hay otros que están muy bien, como Almadraba, Amparín, Los Pescadores, Anita, etc. Tras la comida nada como una copa en alguna de las terrazas que dan al mar y/o una siesta reparadora. Cuando el sol decae y ya no hace tanto calor, es obligatorio contemplar el momento mágico del ocaso con la devoción de un hombre primitivo hacia lo incomprensible pero al fin y al cabo bello, muy bello. Y para cenar, en cualquiera de los locales que se reseñan, pediremos un calamar de potera y cualquiera de los pescados ofertados a la plancha (dorada, lubina, pargo…), rematando, con gin-tonic, o sin él, con un paseo por la muralla que da al cabo de Santa Pola a contemplar el batir del mar sobre la piedra y las luces de la costa cercana para asegurarnos nuevamente que estamos en una isla, y por ello cercanos y lejanos a la vez.
Tal vez, por todo esto que cuento, empezó a correr de boca en boca, a modo de letanía, entre todos los amigos que a lo largo de los años hemos compartido gozosas estancias en la isla, la advertencia de que como lo vas a pasar tan bien, lleva cuidado cuando te toque marcharte porque sentirás tristeza al acabar tu estancia porque lo que la isla te da, la isla te lo quita.
NOTA: Lo relatado es para una visita estival, en otras estaciones, haremos otras cosas, evidentemente. No es necesario hacer de una sola tacada la apretada agenda que se indica, lo que es imprescindible es disfrutar con fruición cualquiera de las sugerencias apuntadas.
SASSSS.
Hola Ximet,
M’agradaria contribuir amb fotos dels llocs on hem coincidit.
Saps que la meua debilitat, a més del bon jantar, és el món de les plantes i els jardins; crec que els paisatges que envolten les experiéncies viatgeres afegixen i augmenten la sensació de privilegi. Un pati, un petit jardí, una garrofera, una teulada amb bruc, el olor del gessamí, un xiprer a la vora d’una bassa, fan que encara estime més la terra, i m’en donen la resposta que tots estem a la recerca: estima i gaudeix tot el que pugues.
Be Joaquin, ens veiem demà.
Lo prometido es deuda y aqui me tienes, haciendo un comentario sobre uno de los relatos que aportas a esta, tan amigable, página web.
Me ha encantado encontrar a mi querida Isla de Tabarca o Isla plana. Para mí tiene un significado muy especial por motivos personales. Todos los años voy en el mes de septiembre y hago muchas de las cosas que expones, pero sin duda, lo que mas me gusta es recorrerla, encontrar un sitio tranquilo y sentirme parte de ella.
Bueno amigo, te animo a que continúes con este bonito proyecto y sabes que cuentas con un incondicional.
Un abrazo